El poder es más fuerte
El ser humano alberga en sí la facultad de conformar en su mente un modelo
muy completo del mundo que le rodea. Uno dice: son mis pensamientos, mis
recuerdos; pero en efecto es más que eso: intentamos pronosticar que ocurrirá
en el futuro, conforme vamos tomando conocimiento de las contingencias actuales.
Desde pequeños nuestros padres se afanan en hacernos eficientes y efectivos en
visualizar el futuro: "Si no te comes toda la comida, te enfermarás"; "Si no
estudias, serás un paria".
EL MANEJO DEL FUTURO COMO VALOR
Ser habilidoso en visualizar el futuro parece muy benigno; sin embargo, esta facultad nos permite albergar, en el
secreto de nuestra mente, un conocimiento que no es visible para los demás, y por consiguiente, el futuro que
avizoramos, permanece como un capital para uno, como un potencial recurso valioso.
Este conocer más que los demás, o esta visión más profunda del futuro, puede situarnos ventajosamente ante
nuestros semejantes y nos sitúa también en la perspectiva de una competencia, un batirse en función de un poder;
oder que reside en el valor de la información poseída, aun cuando ésta sea una mera hipótesis.
UN SER EXTRAÑO
El ser humano es uno de los pocos, o tal vez el único, que es capaz de aniquilar a un ser vivo sin el propósito
de ingerirlo. Mata a un toro en una fiesta, persigue a los zorros por diversión, atrapa peces sin que necesite
alimentarse de ellos. También es uno de los pocos, o tal vez el único que es capaz de elaborar trampas pensadas
para aprovechar la distracción de un animal incauto.
Estos actos aparecen en esta especie que piensa, que tiene en su mente, un modelo complejo del mundo y que de
esta manera elabora escenarios hipotéticos futuros mediante los cuales adquiere poder.
Esta faceta humana no es necesariamente benigna, como se puede apreciar; aunque le ha permitido descubrir las
innumerables relaciones causales que observa en la naturaleza y deducir cómo ella se desenvuelve, como las cosas
devienen hacia algo.
También esta faceta le permite idear utilerías que le solucionan problemas de acoplamiento con el medio ambiente,
así como hachas, jarros, vestimentas, omnibuses, escopetas, germicidas, software, aviones no tripulados, índices
de acciones, vías subterráneos, moteles, transgénidos, etc.
EL SER SOCIABLE
El humano probablemente sea uno de los seres más sociables. Explican los etólogos humanos que no tenemos pelos
porque nos agrada acariciarnos; que hablamos porque nuestras conversaciones con conexiones de ideas. Somos muy
sociables; pero podemos dejar caer una bomba atómica sobre una ciudad y hacer que se evaporen millones de
humanos. Esto es, porque unos humanos, sienten el poder que les da la visión de un futuro promisorio; pero que
es perturbado por otro grupo que no lo ve así.
Sin embargo, se ve en la historia humana que los grupos pequeños, de unos pocos centenares de familias, suelen
mantener una socialización aparentemente indivisa, armoniosa; pero no se ve que tal socialización se de en grupos
mayores; pareciera que las pequeñas comunidades suelen resolver su cosmogonía por medio de mitos y leyendas
antes que por medio de una ciencia o de una jurisprudencia. Suelen permitir que un patriarca resuelva los
conflictos.
En las grandes urbes, como se ve especialmente desde hace unos 10 mil años, cuando los humanos dejan de vivir en
lugares naturales y prefieren construir habitáculos y dar forma y función a las ciudades; cuando habitan en una
vecindad 100 mil personas o más, es entonces cuando se les viene encima la necesidad establecer un orden jurídico,
ya que las mentes de cada uno de sus habitantes, poseyendo ese poder del secreto del futuro que visualizan, de su
habilidad para engañas y elaborar trampas, destruye las posibilidad de la convivencia en el amor, para vivir en
la competencia por ese poder y el temor de no poseer información.
EL PODER QUE CORROMPE
Desde largo tiempo el ser humano sufre una permanente pugna entre, por una parte, el ímpetu socializador, el amor,
la fraternidad y por otra parte, ese poder de visualizar el futuro, de sentirse poseedor de escenarios
hipotéticos futuros que le prometen beneficio, bienestar y seguridad para sí y que dichos escenarios son
desconocidos porque pueden ser mantenidos en el secreto de la mente.
El ímpetu socializador nos induce día a día a idear organizaciones fundadas en el amor, la tolerancia y la
fraternidad; sin embargo, dichas organizaciones, acogidas por las mayorías, quienes no encuentran ninguna razón
aparente, para desacreditar tanta bondad, tanta generosidad, y tanto amor, que adhieren y las fortalecen; pero
como hemos visto en innúmeras ocasiones, el poder de los líderes de estas organizaciones, su vasto conocimiento,
su habilidad innata o adquirida en la misma organización, le permite tener una visión aún más profunda que
ninguno otro de los miembros, lo cual se acompaña de la posesión de escenarios hipotéticos futuros mucho más
profundos que los enaltece más allá de los que eran los ideales básicos de la organización. Es así, yo creo,
como ese valor, ese poder a futuro, corrompe al líder y lo embelesa. Así pasó con el cristianismo, que ha pasados
por los más crueles e inhumanos vejámenes en el seno de su organización; ha pasado con el marxismo, que luego de
una sólida filosofía, llegó a desbordarse en horrendo crímenes y opresiones absolutas antítesis de lo que era su
propósito fundacional.
La lista es muy larga y no viene al caso continuarla.
LA VERDAD QUE DEVIENE
Alguien creyó que mi pensamiento era extremadamente pesimista; que ninguna agrupación humana tendría sentido.
Pero no pienso así. La historia deviene, no está escrita de ninguna manera; su devenir cobra sentido para nosotros
ya que ocurre y nuestra mente que se complace de visualizar escenarios hipotéticos futuros, va descubriendo ese
sentido; pero a su vez, este transcurrir imprevisto tiene en sí coincidencias y discrepancias entre nuestros
escenarios y lo que realmente se consolidada como un saber, un sentido del devenir que nos conforma a tal grado,
que al mirar el pasado creemos haber logrado mejorar en algo. Pero esas mejoras son interacciones, son esfuerzos
que hacemos por evitar aquello que nos aleja del amor, la fraternidad, la confianza en nuestros semejantes, sea
rechazado por nosotros y propendamos a un mundo que nos acerque a aquellos valores.
¿No cabe entonces en todos nosotros un rol de vigías de este devenir de nuestras organizaciones?
¿Acaso no deben los líderes ser sabios en idear estructuras, jerarquías, interacciones, motivaciones que nos alejen
del poder que corrompe? He aquí entonces un elemento que resulta tan consonante con nuestra era de las
comunicaciones, del poder de la información. ¿No está aquí el rol de la civilidad, de aquel que sentado en un
banco de la plaza digita un tweed a un amigo, de ser portadores y garantes; de poner al descubierto las maniobras
arteras de quienes detentan el poder?
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